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MANIFIESTO

El oído del ser humano percibe el sonido de manera tridimensional. Esto es innato en todos nosotros, y se debe a un mecanismo de supervivencia. La música ha sido principalmente frontal, y estamos acostumbrados a ello. Hoy en día, sin embargo, tenemos la posibilidad de replantear la música y explorar el verdadero potencial tridimensional del oído humano. Entre muchas otras cosas, esto incluye: el sonido en movimiento, el control de la experiencia “dislocada” y la envolvencia y realismo espacial. En otras palabras, si somos capaces de percibir un sólo grado de diferencia entre la localización de un sonido y otro, ¿No será un desperdicio ignorar este potencial en la música? No se trata nada más de una mejor representación del sonido, sino de una experiencia. 

Los sistemas multicanal o envolventes de audio han existido desde hace bastantes décadas. Es la industria del cine quien los ha estandarizado y popularizado. Sin embargo, no es la industria del cine quien va a dictar cómo debe configurarse o cómo debe abordarse estéticamente la música de concierto multicanal. Esto es porque no es su especialidad. El cine tiene otras prioridades, y es el Séptimo Arte por algo. Se trata de una experiencia audiovisual en donde música/audio e imagen se suman para formar algo mayor a sus partes. 

Por otro lado, la música no ha sabido estandarizar los sistemas multicanal de música de concierto. Tenemos ejemplos extremos de tipo “orquesta de altavoces” como el Acousmonium de Francia y el BEAST de Inglaterra desde hace décadas, y por otro lado también encontramos sistemas relativamente estandarizados en festivales de Música Electroacústica alrededor del mundo. Estos últimos suelen ser octofónicos bidimensionales pero también encontramos otras configuraciones tridimensionales de 16 canales como en el NYCEMF o quasi-amorfas de 20 canales como el PACE en el Reino Unido. Y así, podemos encontrar múltiples variantes.

NAFF considera las orquestas de altavoces como injustificablemente grandes, los sistemas de música experimental como desorganizados y los sistemas pequeños del cine (5,7 y 11 canales) como insuficientes. NAFF propone un estándar tridimensional para la música de concierto de 17 canales de audio como el punto justo, tanto técnica como creativamente justificado.

NAFF ha desarrollado su propia técnica coherente-creativa de sampleo tridimensional de sonido llamada SIV 15-17 (15 fuentes para 17 canales). Lo anterior, no como una técnica absoluta sino como una contribución a la paleta de posibilidades y tecnologías existentes, como la Ambisónica.

NAFF considera el factor humano en escenario para la música tecnológica moderna como algo positivo. Ha desarrollado instrumentos tridimensionales MIDI (basados en sampleo y re-sampleo) para la música multicanal en vivo de concierto. Las interfases pueden ser controladores de tipo teclado, de tipo drum pads o cualquier sensor que interprete MIDI. Por primera vez podemos ver/escuchar música tridimensional interpretada en vivo, donde el mayor realismo de sonido se logra y se mantiene pero también en donde la creatividad espacial de la música nos lleva a una experiencia nueva. La música, el tiempo y el espacio comienzan a fundirse con física y surrealismo o ciencia ficción.

Sin embargo, NAFF aún admira la complejidad acústica de los instrumentos musicales que llevan con nosotros cientos de años (debe ser por algo). La orquesta sinfónica sigue siendo un instrumento madre, y si bien los sonidos electrónicos son el invento musical más importante en miles de años, con la mayor promesa hacia una nueva música, hacia una nueva nota-escala (porque han trascendido la vibración física), no tienen porqué sustituir a la música instrumental acústica. Es por esto que NAFF se especializa también en la grabación de Música Clásica y Clásica Contemporánea.